Todas las iglesias se engalanan de forma muy especial en Semana Santa. Se adornan los pasos que van a lucir en las procesiones, se hermosea todo el tempo; pero es el Monumento el espacio que recibe la máxima atención. Plantas, flores, telas lujosas. Es el espacio esencial de la liturgia. Y en esa ubicación, si estás en Venta del Moro, podrás contemplar unos adornos singulares: los vergeles. Son unos modestos hilos dorados vegetales, casi sin adornos, que nacen en recipientes casi planos. Apenas pueden competir por su sencillez con el resto de la ornamentación de la iglesia. Pero contienen una tradición secular y un simbolismo muy especial.
Una ofrenda votiva de orígenes remotos
Como ha investigado Fernando Moya a lo largo de toda nuestra geografía comarcal, los llamados vergeles son germinados de distintas semillas, casi siempre cereales y legumbres, que se ofrecen como votos y se llevan a la iglesia en fechas religiosas señaladas. En muchas de nuestras localidades fue habitual que formaran parte del Monumento de Semana Santa o que se pusiera a los pies del altar. Hoy la tradición está muy reducida.
Estos elementos se preparan sobre recipientes muy bajos llenos de tierra, de arena e incluso de estopa de esparto. En ellos se hacen germinar las simientes elegidas colocándolas en la más absoluta oscuridad. Esa ausencia de luz da como resultado germinados altos de rápido crecimiento que presentan un color dorado pálido muy característico y que, como indica el investigador, tienen “un peculiar aspecto de fragilidad que obliga casi siempre a atar” las jóvenes plantas para que no se vuelquen.
Un rito antiguo con un simbolismo profundo
Estamos hablando de una ofrenda votiva que probablemente tiene orígenes remotos, pues sabemos que en toda la cuenca del Mediterráneo hubo entregas de germinados similares a esta durante la época de la antigua Grecia a los que se llamaba “jardines de Adonis”. Sea como fuere, hoy la costumbre se mantiene exclusivamente en Venta del Moro, donde se preparan para Semana Santa y para la Virgen de Loreto, y en Fuenterrobles, que se ofrecen en la Cueva Santa como ya explicamos en este artículo.
Sobre su simbolismo todo apunta hacia la celebración (una vez más) del paso de las estaciones y de la entrada de la primavera asociada siempre a la muerte y la resurrección de un material vegetal como este, que crece rápido y muere en poco tiempo.
Esta última Semana Santa de 2024 hemos vuelto a ver los vergeles. Este era el aspecto de los que adornaban el Monumento en Venta del Moro.