La luz de las velas volverá a iluminar el casco histórico de Utiel y sus zonas aledañas un año más. En su octava edición, se calcula que unas 75.000 luminarias se encenderán a partir del sábado 8 a las diez de la noche, ofreciendo con ello una experiencia extraordinaria que compartirán la propia ciudadanía utielana con los visitantes que acudirán esos días a la localidad.
La propuesta para este increíble fin de semana de finales de la primavera se completa con exposiciones de artes plásticas y otras actividades de música, magia o teatro. Habrá asimismo catas y degustación de vinos de la DO Utiel-Requena, buena gastronomía y mercado de artesanía.
Una propuesta nacida de la inquietud ciudadana
Este 2024, cuando se celebra ya la octava edición de la fiesta y en todo el Territorio Bobal se considera un evento de gran relevancia y completamente consolidado, poca gente recuerda que esta hermosa idea surgió de una propuesta popular hace una década. Sí, porque fue un grupo de personas unidas por redes sociales quienes se empeñaron en demostrar al resto de sus convecinos la belleza de su pueblo y, de paso, el potencial de Utiel como espacio turístico. Eran personas que lamentaban el estancamiento económico de la localidad y deseaban mostrar a propios y ajenos que el turismo podía ser una buena baza impulsar su desarrollo.
En 2014 se lanzó esta propuesta y, al año siguiente en primavera, el grupo ciudadano liderado por Antonio Henares Iranzo y con el apoyo del Ayuntamiento, vivió la magia de ver Utiel la luz de las velas. La pandemia por coronavirus exigió que se hiciera un paréntesis, tras el cual la fiesta regresó con más fuerza aún. En ella se recordaba y se daba un nuevo sentido a unas luminarias concretas que engalanaron Utiel durante el siglo XVIII.
Recordando un acontecimiento histórico
En su puesta en marcha, el nombre oficial del evento fue el de “Utiel, 250 años a la luz de las velas” porque en él se conmemoraba un hecho histórico ocurrido bien entrado el siglo XVIII, en 1764 concretamente. En esa fecha, los apicultores de la villa, entonces llamados colmeneros, preocupados por las desastrosas consecuencias que podía tener una tormenta que se anunciaba en el cielo, decidieron hacer rogativas a la Virgen del Remedio encendiendo posteriormente “tantas luces como abejas había en un enjambre”. Y es que la tormenta amenazante se disolvió y así pasó el peligro para los campos y para esa floración sin la cual los apicultores, que en aquel momento histórico cuidaban de unas 2.500 colmenas en la localidad según el Catastro del Marqués de la Ensenada, no podrían abastecer de miel y cera a la comunidad.
Este hecho histórico y bien documentado entronca con la costumbre piadosa de rogar al cielo para evitar tormentas, rayos y granizos, fenómenos atmosféricos que, en una sociedad agraria como la nuestra, pueden suponer la diferencia entre un buen año o una temporada de hambruna.
Para nuestra sociedad secularizada, estas prácticas resultan ya un tanto ajenas; pero también nos resulta difícil imaginar las calles de pueblos y ciudades completamente a oscuras, como eran en un mundo sin electricidad.
Por eso, visitar Utiel el fin de semana del 7 al 9 de junio es viajar 260 años en el tiempo. Llegar a 1764 sin necesidad de máquinas especiales. ¿Quién se suma a la aventura?