La arquitectura del vino:
entre la industria y el campo

de las bodegas subterráneas a las grandes casas solariegas

La herencia
arquitectónica
de la vinicultura

De la elaboración doméstica al boom de mediados del XIX

El cultivo de la vid y la elaboración del vino tuvo continuidad temporal en nuestra comarca siglo tras siglo, incluso durante la época de la dominación árabe, a pesar de la teórica prohibición de beber alcohol por parte de la sociedad dominante. De todos modos, es después de la Reconquista cuando podemos cómo las dos poblaciones más importantes, Utiel y Requena, incorporan a su arquitectura de forma habitual la bodega. Ubicadas primero en un ámbito doméstico y más tarde en las afueras de las poblaciones, las bodegas de la comarca nos permiten rastrear la evolución de la economía del vino a través de los siglos. Veamos los detalles más importantes:

  • Las bodegas subterráneas medievales nos hablan de una elaboración doméstica del vino. Tradicionalmente, este tipo de bodega se situaba debajo de las viviendas, aunque en Utiel y Requena fueron ocupando también espacio debajo de lugares públicos (calles y plazas). Aunque muchas de ellas han ido desapareciendo, en ambas poblaciones se conservan cuevas de gran interés (fechadas entre inicios del XVI y finales del XIX) que se pueden visitar.
  • mediados del XIX, cuando la vitivinicultura se amplificó en la región, comenzaron construirse las grandes bodegas de mediados del XIX hasta mediados del XX. Eran edificios de una sola planta, con espacios más amplios para facilitar un trabajo más industrializado, fruto de la expansión de la producción vitivinícola que tuvo lugar en esa épocaUna expansión que generó riqueza en la zona e impulsó infraestructuras como el ferrocarril Valencia-Utiel (de 1887) que permitía transportar la producción hasta el puerto de Valencia. Una de las más singulares de todas es la bodega redonda que, desde 1986es sede del Consejo Regulador de la D.O. Utiel-Requena.
  • En la época de máximo esplendor en la industria del vino, familias burguesas y nobles adquirieron más tierras y construyeron, a pie de cultivo, vistosas casas solariegas para convertirlas en residencia familiar de verano, con una parte destinada a vivienda para trabajadores y otra a ser bodega. Estas haciendas fueron ejemplo de arquitectura monumental y hoy se conservan algunas de las muchas que hubo. Algunas conservan la bodega y otras se han convertido en pequeños hoteles con encanto.

Nos unen la vid y el vino

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