Cientos de personas se han acercado hasta la iglesia de Santa María de Requena durante este invierno para contemplar una espectacular muestra en la que se han exhibido más de 500 piezas entre ropas, calzado y eso que hoy llamaríamos complementos de los siglos XVIII y XIX. Piezas en las que se ha resumido para el público actual lo que fue el modo de vestir popular de las mujeres del interior de la provincia de Valencia.
Aspecto de una parte de la exposición
“A lo labradora” era el título de esta exposición que nos ha permitido entender el aspecto con el que se presentaban nuestras bisabuelas de Requena-Utiel, los Serranos y el Alto Palancia. La muestra, comisariada por Pablo Martínez y Javier Marco, ha estado organizada por el Museo Municipal de Requena y la asociación Cantares Viejos, con el patrocinio de l’ETNO, Museu Valencià d´Etnologia.
Piezas conservadas en arcones y baúles familiares
Justillo de Villar del Arzobispo
Las enaguas, basquiñas y faltriqueras, los justillos y jubones, las sayas, los pañuelos y las mantellinas que han poblado durante unas semanas la antigua iglesia de Requena junto con el calzado, los pendientes, peinetas y horquillas han salido de baúles y arcones de estas tres comarcas. Porque hablamos de una muestra en la que una parte del material exhibido pertenece a los fondos de indumentaria del Museo Municipal de Requena, pero en su mayoría pertenece a fondos particulares: las familias han prestado para la muestra las herencias de las abuelas que ellas conservan con pasión en sus domicilios.
Localizar este material no ha sido sencillo. De hecho, esta selección de 500 piezas es considerada por sus comisarios como la conclusión de un trabajo de investigación que se ha prolongado durante más de una década. Estos folcloristas, que siguen con su trabajo la senda marcada ya en los años 70 por el gran Fermín Pardo, han descubierto y catalogado hasta 1.000 piezas en las comarcas de interior. Frutos de este trabajo es la muestra actual que se convierte en la sexta y más completa de las que han realizado, puesto que hubo otras anteriores: una sobre mantones (2016), otra de ropa infantil (2017), otra dedicada a los refajos (2018), una exposición que titularon “Tápate María” (2019) y otra de indumentaria masculina (2021).
Los investigadores realizando el trabajo de campo
Un modo de vestir que fue cambiando con el tiempo
Los responsables de la exposición explican que “a lo labradora” no es un traje ni un aspecto concreto, sino el modo de vestir que identificaba a las mujeres del mundo rural del interior frente a las burguesas de la ciudad, que preferían seguir la moda internacional de los miriñaques y polisones.
Jubón, zagalejo, delantal y pañuelo de percal. Hacia 1850.
Ahora bien, la indumentaria popular no era un modelo fijo, sino una forma de presentarse “que fue evolucionando con el paso del tiempo y los diferentes momentos históricos”, comenta Pablo Martínez. “Hay piezas que son más habituales —dice Martínez— porque se mantuvieron durante mucho tiempo, como las toquillas de pelo de cabra. Pero otras son realmente singulares”. De hecho, él se emociona con una mantellina blanca que se puede ver en la muestra. Se trata de una pieza única que se conserva en perfecto estado y cuyo uso fue habitual a lo largo del XVIII pero que desapareció a comienzos del XIX. Que se haya preservado, después de más de doscientos años, en tan buen estado, es todo un hallazgo.
Además de mostrar y poner en valor este patrimonio, la exposición dedica un espacio concreto a mostrar cómo los diversos elementos de la indumentaria popular sirvieron para fijar en el imaginario colectivo los trajes típicos de la región, que se han configurado como seña de identidad y que, en muchas ocasiones, son una recreación de la realidad popular que, en ocasiones, resulta incluso incongruente desde el punto de vista cronológico.
La muestra se completa con un hermoso catálogo prologado por la directora del Museo del Traje, Helena López del Hierro.
Puedes ver más detalles de la muestra en este video
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