Utiel reivindica su patrimonio alfarero en un nuevo espacio expositivo

En la vida cotidiana de nuestra comarca tuvieron mucho que decir la alfarería y la tinajería utielana. De sus talleres salieron durante décadas lebrillos, cántaras y cazuelas para completar un buen ajuar doméstico, así como ladrillos y tejas para edificar. Y, durante al menos dos siglos, elaboraron centenares de tinajas en las que elaborar y conservar el vino de la comarca. Para entender mejor lo que significa ese legado se ultima ahora el Centro de Interpretación de la Alfarería y la Tinajería de Utiel.

En el centro histórico de Utiel, en un espacio anejo al propio Ayuntamiento y conectado con la bodega subterránea que se sitúa a sus pies, se completan los últimos detalles de este Centro que abrirá la próxima primavera y se ocupará de reivindicar el patrimonio alfarero local. La corporación municipal y la Asociación Cultural La Serratilla son los responsables de un proyecto que tiene carácter claramente divulgativo y didáctico: quieren que la población de la comarca pueda conocer y valorar este patrimonio. Y también esperan que este centro se convierta en un nuevo recurso turístico, pues enlaza perfectamente con los valores de la marca turística Tierra Bobal. “El que conoce, valora”, sentencia José Rafael Ponce, gestor cultural de Utiel que está en el equipo que diseña este Centro de Interpretación. Y se refiere tanto a la población local como a los visitantes.

Recuerdos de un pasado agrario y vitivinícola

Y es que hablamos de un patrimonio etnológico de alto valor cuya importancia, sin embargo, comenzaba a desdibujarse por el paso de los años y los cambios de costumbres. Es cierto que las orzas y las cántaras, los lebrillos y los pucheros de los abuelos aún se pueden encontrar en casas y patios de todo el territorio. Igual que se mantienen en pie, en bodegas familiares, muchas de aquellas grandes tinajas. Pero los pucheros ya no sirven para elaborar la matanza ni para traer agua de la fuente; y en el interior de las tinajas ya no se elabora o almacena vino. Son piezas que se mantienen como elementos decorativos y como parte del recuerdo familiar. Y esa falta de uso es el inicio de un olvido definitivo. De hecho, aunque los pucheros sigan ahí, se perdieron, devorados por el crecimiento urbano, los más de quince alfares que llegó a contabilizar el pueblo. Este Centro debe servir para señalar el valor esta herencia y para ello se vale de la riquísima colección de José Luis Martínez Martínez, escritor, investigador y cronista oficial de Utiel, que ha puesto a disposición de este espacio las piezas que ha ido coleccionando durante años.

Un patrimonio documentado desde el siglo XVI

La alfarería en Utiel está documentada desde el siglo XVI, pues en la época de Felipe II se tiene constancia de la existencia de cinco olleros en la localidad. Ellos eran entonces responsables de una artesanía se mantuvo sólida durante centurias, aunque su etapa de mayor esplendor abarca los siglos XVIII y XIX. Durante esos dos siglos, los alfareros utielanos se especializaron en la fabricación de tinajas para la elaboración y conservación del vino. Buena parte de esa histórica producción sigue en pie ocupando, como gigantes silenciosos, el subsuelo de nuestra comarca.

La relación entre las tinajas y el vino es muy estrecha en nuestro territorio. Durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII se habían usado cubas de madera para elaborar los caldos, pero a partir de ese momento, con el aumento de la producción de vid y de vino y con la madera en retroceso —el crecimiento de la vid se hizo casi siempre a costa de terrenos de monte— se optó por el material cerámico. Y fue entonces cuando Utiel, además de producir tintos, se especializó en la fabricación de tinajas. El terreno era favorable para ello. José Rafael Ponce explica que “Utiel se encuentra en una cubeta, una zona de sedimentación, la más baja del término municipal». Eso significa un suelo de buena calidad para la alfarería. O sea, que la materia prima era fácil de conseguir y resultaba prácticamente inagotable.

 

Las primeras tinajas que se instalaron en Utiel procedían de la localidad albaceteña de Villarrobledo, pero los alfareros locales pronto aprendieron su técnica. No era cuestión de trasladar esos enormes recipientes por los caminos de aquella época. Se convirtieron en expertos tinajeros y, durante un par de siglos, cientos de enormes recipientes fueron moldeados a mano en los alfares locales, cocidos con cuidado y enviados a las bodegas familiares que se ponían en marcha en toda la comarca. Las tinajas fueron adquiriendo cada vez mayor capacidad y casi siempre lucían inscripciones que aún hoy indican la fecha de fabricación o el nombre o la marca del tinajero.

La tradición se mantuvo prácticamente dos siglos. Hasta que, a finales del siglo XIX, las bodegas pasaron del modelo familiar a la estructura industrial y, en vez de ocupar el subsuelo de las casas, se trasladaron a las afueras. Entonces los bodegueros cambiaron la cerámica por los tanques de cemento. ¿Y los tinajeros? Siguieron durante unas décadas más trabajando con el barro que tan bien conocían, aunque derivaron su producción a la fabricación de adobes, ladrillos y tejas que aún forman parte de nuestro núcleo urbano en muchos casos.

Cuatro secciones para entender la alfarería utielana

Hace unos años, el Ayuntamiento de Utiel y la Asociación Cultural La Serratilla promovieron una exposición sobre alfarería y tinajería en la que se pudieron ver algunas piezas de la colección de José Luis Martínez Martínez. Era una visión de la cotidianidad del pasado. Pero aquellos modestísimos cántaros y botijos dejaron claro que no se podía olvidar la importancia que tuvo esa artesanía del barro. Fue a partir de esa muestra cuando se planteó la posibilidad de contar con este Centro de Interpretación que permite recuperar esa memoria y exhibir una cantidad importante de piezas. Hoy está a punto de ser una realidad que se articula en cuatro secciones.

En la primera se hace un repaso de los materiales constructivos que fueron saliendo de los hornos de Utiel: adobes, ladrillos y tejas fundamentalmente. La segunda sección se dedica a la cerámica del fuego, donde el protagonismo lo tienen pucheros, lebrillos y demás materiales imprescindibles en una cocina y cuya variedad reflejaba el poder económico de cada casa. Después llega el turno de la cerámica del agua, donde los botijos y las cántaras nos hablan de un universo donde el agua se encontraba en el pozo o en la fuente y era preciso buscarla, almacenarla y cuidarla. La tinajería ocupa la última de las secciones y se asocia directamente a la bodega subterránea que tanto impresiona a propios y extraños.

El proyecto se ultima ya. Y a todos los que trabajan en él les anima la certeza de que, después de abrir este Centro de Interpretación, la ciudadanía tomará conciencia de que, detrás de pucheros de la abuela, hay una técnica que merece ser conservada.

Las imágenes, cortesía del Ayuntamiento de Utiel, pertenecen a la exposición antes citada.

Para saber más:

  • El gran folclorista Fermín Pardo te habla más de la tinajería utielana en el video que encontrarás aquí.
  • En este otro video, José Rafael Ponce nos muestra los tesoros escondidos de las bodegas subterráneas.
  • El año 2011, la revista Oleana publicó un interesante estudio de Santi Cabasa sobre la tinajería y su relación con la industria del vino. Te lo puedes descargar en este enlace.
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