Transmitir un legado para cultivar futuro: un proyecto educativo

Transmitir el patrimonio de la comarca a las nuevas generaciones es mucho más que legar piedras. Es transmitir una forma de vida, una cultura, una esperanza. Porque el patrimonio, además de ser pasado, es la base sobre la que construir el mañana. En esa tarea de transmisión hay muchas personas empeñadas en nuestra comunidad. Y algunas de las más importantes están al frente de las aulas que a diario visitan nuestras hijas e hijos.

No es lo mismo averiguar el volumen de un cilindro que calcular los litros de mosto que caben en el tanque que has preparado para elaborar vino. La fórmula que hay que aplicar es exactamente la misma. Sin embargo el o la adolescente que se enfrenta a ese problema en el aula tiene una actitud muy diferente si está en una clase exclusivamente teórica o debe resolver un problema práctico.

Pasa lo mismo con otros muchos conocimientos: aprender geografía mientras se analiza el paisaje que te rodea; comprender los principios de la biología contemplando el ciclo vegetativo de tu propio viñedo; o calcular porcentajes para indicar los volúmenes de alcohol de un vino. Todo se vuelve mucho más interesante si se trata de hacer avanzar un proyecto.

Es la magia de un aprendizaje basado en la experiencia.

Y la magia se multiplica si todo ello se ancla en el entorno inmediato: la realidad vitivinícola de Utiel- Requena.  Es lo que está sucediendo desde 2017 en los cinco Institutos de Enseñanza Secundaria que hay en la comarca de la mano de la DO.

Un proyecto de Investigación e Innovación Educativa (PIIE)

Las iniciativas destinadas a enlazar la realidad de la comarca con las necesidades educativas comenzaron tiempo atrás. Pero, hace dos cursos, en 2022, todas ellas se agruparon y cristalizaron en un Proyecto de Investigación e Innovación Educativa (PIIE) que ha sacado adelante el profesorado de nuestros cinco institutos (cuatro públicos y uno concertado) comarcales. El proyecto, que está aprobado y financiado por la Conselleria de Educación, se extiende durante dos cursos escolares. Está terminando, pero esperan reeditarlo.

Los protagonistas del proyecto son los centros educativos, incluyendo a sus claustros y a las AMPAS. Pero también están involucrados diferentes colaboradores oficiales: el Consejo de la DO Utiel-Requena, la Escuela de viticultura y enología de Requena y nuestra asociación Territorio Bobal; está también la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino (que representa a todos los ayuntamientos) y una empresa agraria local como La Campesina. A estos colaboradores oficiales, que se involucraron en el inicio del proyecto, se les han ido agregando un largo listado de empresas y profesionales que van aportando su valiosa colaboración cada vez que se les requiere.

Pero ¿en qué consiste ese proyecto? Y, sobre todo, ¿qué objetivos han hecho que se involucre en él la sociedad civil de la comarca?

María Dolores Hernández y Patricia Vigo, profesoras en el instituto Miguel Ballesteros, en Utiel, son las apasionadas coordinadoras del PIIE y explican que la idea central consiste en “despertar el arraigo entre la población joven”. O sea, “animar al alumnado a elegir esta tierra como su lugar de residencia permanente para emprender, trabajar e innovar”.  Toda la comarca sabe que chicas y chicos deben salir a conocer el mundo y a formarse, que tienen que ampliar sus horizontes. Pero aquí también se ha tomado conciencia de la importancia de trabajar desde la educación para fomentar un arraigo que, a largo plazo, impulse a las nuevas generaciones a regresar, permita mantener un legado de generaciones y ayude a transformar el tejido económico local. Porque solo un trabajo planificado con las luces largas permitirá fijar la población y que los campos y las bodegas, los pueblos y los negocios no sigan sufriendo la actual falta de relevo generacional.

La propuesta es ambiciosa. Y ha conseguido unir a mucha gente en este proyecto pues, como dice la profesora María Dolores Hernández, sabe que están “injertando presente para conseguir futuro”.

Cinco propuestas diferentes para un mismo objetivo

Este proyecto no es una asignatura más, sino una propuesta abierta e interdisciplinar que cada centro hace avanzar según su propio criterio. Esta diversidad de formatos, lejos de constituir una dificultad, añade riqueza y está generando sinergias, fórmulas de colaboración e intervenciones compartidas entre centros.

El proyecto compartido nació unos años antes como proyecto piloto en el Instituto Miguel Ballesteros, cuando se acometió en 2016 la plantación de un pequeño viñedo educativo. En primera instancia, esta viña permite al alumnado entender el ciclo vegetativo de las plantas. Pero es mucho más. Porque son los chicos y chicas quienes cuidan esas plantas, las podan, las cosechan y conocen a través de ella todas las actividades agrícolas relacionadas con el cultivo más importante que hay en su entorno. También se ocupan de elaborar vino. Un vino educativo elaborado con su pequeña cosecha y con uva que regalan algunas familias y que arrancó con aquel piloto inicial.

¿Un vino educativo? Sí, porque con él, el alumnado descubre que cultivar la vid y elaborar el vino es una actividad que va mucho más allá de una lección de ciencia o de química en las que conocer mecanismos biológicos o medir azúcares o alcohol: implica reflexionar sobre el poder del marketing o las fórmulas de comercialización, supone diseñar etiquetas… e incluso plantearse qué hacer con los subproductos. Sí, en el instituto también hacen compost.

A Raúl Llobregat, director del centro, le gusta recordar que este “Proyecto vid” es interdisciplinar y transversal. Y se concreta, entre otras actividades, en una asignatura optativa que arrancó el primer año con 15 inscripciones. Tan solo un curso después tenía 45 matrículas. Un éxito rotundo entre el alumnado, que se entusiasma con el aprendizaje activo, y que cuenta con el apoyo de las familias, que sienten como algo propio el proyecto. Ellas han aportado uvas para la elaboración del vino, han ayudado a programar visitas a bodegas y se han involucrado. Finalmente, han sido madres y padres quienes han recibido las botellas de vino que salieron de las aulas. Y ha sido precisamente este instituto el que ha impulsado la creación de un proyecto a cinco bandas con el resto de centros de formación de secundaria y el que lo ha coordinado.

Alimentando el gusto y la historia

Seguimos en Utiel, ahora en el Instituto Alameda, un centro donde la cultura vitivinícola de la zona se ha tratado de otro modo. Evidentemente, contando con un ciclo de FP dedicado a la hostelería, el enfoque debía ser diferente. Por supuesto, el restaurante del centro (tanto la cocina como la sala) se ha volcado con los vinos de la comarca, dando a conocer sus características y su proyección. Pero el trabajo ha ido más allá de su conocimiento, su servicio o las catas. Las chicas y chicos del ciclo también se animaron a lanzar su propio producto. Y no era vino, como parecía inevitable, sino una mermelada de uva bobal que el pasado mes de octubre presentaron en sociedad en la Feria gastronómica con una excelente respuesta.

Las futuras estrellas de la restauración local están muy orgullosas de su trabajo. Pero en el IES Alameda saben que la vid y el vino es mucho más que un producto: es una cultura que impregna la historia y la vida cotidiana. Por eso Jorge Fuentes, su director, pone el foco en las otras actividades. Una es la asignatura proyecto correspondiente a 4º de la ESO. La otra, entroncada con una de las líneas de trabajo del centro que pone su mirada en el papel social de la mujer, los llevó a proponer una biblioteca humana. Una actividad que consiste en leer a personas y conocer la historia que hay tras ellas.

Para ello, y con la colaboración de la ONG Farmamundi, se invitó a seis o siete mujeres de la comarca a relatar su vida pegada a esta cultura vitivinícola. El alumnado, organizado en pequeños grupos, se sentaba en torno a una mujer que primero contaba su vida y luego respondía a las preguntabas de los y las adolescentes. De nuevo la magia.

La vendimia, la gestión de la cosecha, la subsistencia con muy poco, la utilización de cada producto… “Realizamos la actividad en el bar del instituto que es un lugar permanentemente ruidoso. Pero ese día escuchábamos sobre todo el silencio”, comenta el director del centro. Chicas y chicos estaban descubriendo en ese aula improvisada la importancia de sus madres y sus abuelas en el mantenimiento de una comunidad regida por el ciclo de la agricultura. Y lo estaban haciendo a través de esas mujeres convertidas, sin haberlo pretendido ellas, en instrumento de empoderamiento. Inolvidable.

Una mirada a la vid y el vino desde las herramientas digitales

Y mientras en el IES Alameda estaban mirando a las raíces para construir el futuro, en el Colegio Santa Ana, el centro concertado de Utiel, miraban hacia el porvenir a través de la tecnología.

En este centro es fácil ver al alumnado armado con tablets… que también han puesto al servicio del proyecto. ¿Cómo? Rosana García Abellán, directora pedagógica, cuenta que en las aulas de informática, los chicos de segundo y tercero de la ESO han trabajado duro en dos actividades: la primera fue programar un juego para sus compañeros más pequeños y la segunda poner en marcha una aplicación para diseñar etiquetas de vino.

El juego, ideado para niñas y niños de 5 a 6 años, consiste en la elaboración virtual de un vino. Fumigar, cosechar, fermentar y distribuir son tareas para las que, igual que en el campo, hay que buscar el momento ideal.

En cuanto a los diseños de etiquetas, fue un reto que exigió que el alumnado conociera mucho más que programación: tuvieron que averiguar qué elementos son obligatorios en el etiquetado del vino (y qué significan), cuáles están prohibidos y qué otros se pueden poner o quitar a voluntad. Y no solo eso. Tuvieron que conocer algunos principios de impresión (con visita incluida a una empresa especializada) y, por supuesto, comenzar a pensar en ventas, en marketing y en cliente final. Un ejercicio intenso que, como confirma la directora, “ha implicado trabajar desde muchos puntos de vista y manejar los valores emocionales”.

Y lo de las emociones se palpa con especial intensidad en el podcast que este centro ha puesto en marcha también en el marco del proyecto. Se trata de “Vino y no se fue”, un programa en el que van incorporando entrevistas para conocer más y mejor su entorno.

El valor de los libros educativos para la comarca

En el IES nº1 de Requena comenzaron a integrar la cultura del vino hace años. Tienen también su pequeño viñedo del que se sienten muy orgullosos. Pero su esfuerzo ha dado un fruto más: unas guías didácticas elaboradas por el profesorado y que, con el tiempo, se han convertido en un material de gran valor que han puesto a disposición de los otros centros que están desarrollando el PIIE.

Trabajos científicos, visitas a bodegas y a campos, historia y arte, física y química, gastronomía… Estas guías didácticas contienen propuestas de gran valor educativo para diferentes etapas de la educación y todas ellas enlazan directamente el trabajo formativo del centro con entorno comarcal. Son propuestas en las que, como indica su director, Faustino Navarro, se advierte de forma muy especial la colaboración directa de docentes de la escuela de viticultura y enología de Requena, que miran hacia el campo e invitan a conocerlo y amarlo.

Por otra parte, estas guías son una herramienta perfecta para que el centro pueda mantener la línea de trabajo aunque el profesorado cambie, invitando con ellas a que profesionales recién llegados al centro puedan subirse fácilmente a un tren que ya está en marcha.

Héctor Monteagudo, vicedirector, pone el acento en esa idea necesidad de dar continuidad a una iniciativa como esta y reivindica la tarea de quienes iniciaron este camino mucho antes de que este PIIE estuviera sobre la mesa. El docente insiste en reconocer la tarea de Francisco Armero, que inició la propuesta y la puso en funcionamiento. Y reivindica la importancia de esta visión conjunta no ya para los institutos, sino para quienes aman este territorio y quieren impulsar su futuro.

Todas las formas de conocer el territorio

El amor por lo local también es motor en el IES Oleana de Requena. Allí, su directora, Ana Valle, contempla con orgullo cómo una parte importante del claustro de su centro se ha implicado en el desarrollo del PIIE. Ciencias, química, robótica… ¡hasta el profesor de educación física se ha sumado! Él ha conseguido que sus alumnos diseñen primero y luego pongan en práctica rutas de senderismo relacionadas con la cultura del vino.

Porque en este equipo tienen claro que el conocimiento humano es racional, pero también es sensorial. Que el territorio se conoce también con los pies… y con las manos. Y ahí está la profesora de plástica Rosalía Gil-Orozco que ha hecho una propuesta que ha calado muy hondo entre el alumnado y en la comarca: la de pintar con la vid.

Tierras de cultivo tamizadas, lías, orujos, sarmientos y cepas quemados son elementos que se convierten en texturas para fondos, en color, en lápices de dibujo y carboncillos para sombrear… Y además de todo ello, el vino de bobal. Ese vino tánico de color intenso que el alumnado utiliza para pintar con resultados sorprendentes que ni ellos ni sus familias hubieran imaginado antes.

Un proyecto para construir el futuro comarcal

El PIIE está prácticamente cumplido después de dos cursos académicos. Y toda la comunidad educativa, comenzando por el profesorado y las directivas y llegando a las asociaciones de madres y padres esperan poder reeditarlo. Es cierto que la tarea de enlazar las aulas y la realidad socioeconómica de la comarca se inició mucho antes de poner en marcha esta iniciativa, pero también lo es que unir a todos los institutos, a los de Utiel y a los de Requena, a los públicos y a los concertados, ha significado mucho y ha hecho que la suma de todos ellos sea muy superior. Significa que hay muchas ganas de enfocar los esfuerzos. Es por el futuro de esas chicas y chicos que llegan a los 12 años al instituto. Es por el futuro del territorio.

 

Para saber más:

Tienes más datos sobre el desarrollo de este proyecto en el documental producido por el Consejo Regulador de la DO Utiel-Requena

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