“Necesitamos producir energía limpia y al mismo tiempo, preservar los paisajes fundamentales”. Francesc Colomer, Secretario Autonómico de Turismo.

La estrategia turística de nuestro territorio avanza a buen ritmo con el trabajo desinteresado y conjunto de diferentes empresas y particulares. Es una tarea de planificación que pone en valor los recursos turísticos de la comarca: desde los artísticos y enológicos a los etnológicos y, por supuesto, paisajísticos. Pero ¿estamos asistiendo a la vez a la valorización del paisaje y a su posible destrucción? Hablamos de todo ello con el responsable de Turismo del gobierno autónomo.

Durante la pandemia, sobre todo cuando estuvimos confinados en el perímetro de la Comunidad Valenciana, buena parte de la ciudadanía descubrió territorios del interior que no sabía ni que existían. ¿Este impacto se ha mantenido o luego se ha debilitado?

—Considero que se ha mantenido con cierto dinamismo. Además, ese es el quid de la cuestión: transformar en estructural aquello que fue coyuntural o circunstancial porque los cierres perimetrales nos impedían viajar más allá de la Comunidad.

En ese momento acabábamos de lanzar la política de estímulo del Bono Viaje para valencianos dentro de la Comunidad Valenciana, lo que permitió que se establecieran tantas combinatorias como el mercado y las personas quisieran. Los valencianos y valencianas visitaron el interior de Alicante y de Castellón al igual que muchos otros sitios porque fue un buen momento para descubrir el interior. También para redescubrir y para darnos cuenta de que el sector turístico y su esfuerzo, que implica una obra colectiva coral de municipios, de empresas, de actores pequeños grandes y medianos, no es una foto fija.

Muchos turistas vivieron una experiencia mucho más cualificada y brillante, en espacios que se han recalificado gracias a las bodegas, al patrimonio restaurado, a restaurantes nuevos y a hoteles innovadores. Y trabajamos para que eso se quede y cultive el turismo nacional. El 60% aproximadamente corresponde a valencianos, un aspecto que le da mucho valor al litoral y nos convierte en una comunidad diversa y, por lo tanto, más fuerte y competitiva.

La Comunidad Valenciana, con sus 500 kilómetros de playas galardonadísimas, sin el interior perdería mucha autenticidad y relevancia. Es por ello que es un punto de mira dentro de la estrategia y hemos hecho planes de gobernanza bajo el ecosistema que hemos ido labrando estos años, que tiene mucho que ver con la parte del mediterráneo rural e involucra  diputaciones, mancomunidades, la estrategia Crea Turismo, el turismo activo, etc.

Estáis impulsando planes estratégicos antes de iniciar acciones. ¿Cómo están recibiendo en los distintos espacios esa propuesta de primero pensar y luego hacer?

Es fundamental profesionalizar el sector, superar el amateurismo y el voluntarismo para enfocarnos en la planificación. El turismo requiere estrategias a corto o medio plazo. Es una transición que parte de un recurso que puedes transformar en producto para luego comercializarlo, a través de la creatividad, el diseño y la formación. Finalmente, es el mercado el que te consagra y te da la razón o no.

Puedes contar con un recurso sumamente valioso, pero no necesariamente va a generar flujo de turismo, de la economía ni las dinámicas que buscamos. Es un recurso; y junto al producto y a la comercialización conforman “la trilogía sagrada”. Este es el idioma que tenemos que hablar y profesionalizar.

Todas estas dinámicas se apoyan o buscan apoyarse en un trabajo colectivo. En Utiel-Requena en concreto avanza con más rapidez, pero ¿cómo se está viviendo en otros territorios?

El plan de gobernanza de Tierra Bobal que implementamos en Utiel-Requena creó las condiciones para que deviniera en un Plan de Sostenibilidad de los fondos europeos de recuperación Next Generation EU, que implica varios millones de recursos para trabajar durante años la estrategia turística.
Ese es un ejemplo de los que más me gusta dar a conocer. Considero que, con el correr de los años, los individuos, los colectivos y las administraciones empezamos a ser más conscientes de que solo trabajando juntos tenemos un tipo de oportunidad en este mundo. Y esto no concierne únicamente a las tres patas de la arquitectura institucional pública: Generalitat, diputaciones y ayuntamientos. El asociacionismo empresarial también es fundamental para hacer pedagogía, para aportar y organizar el talento, para compartir el instinto de negocio y de mercado que a veces a las organizaciones públicas nos falla. Sin duda, nos necesitamos para caminar bien. Estos son conceptos que en el turismo se van haciendo más tangibles.

¿Qué necesita la población local para entender que su territorio es un destino deseable?

Mercado. La demostración empírica y contable de que hay retorno. Cuando apostamos por el paisaje, unos recursos, nuestro patrimonio, un relato auténtico, ciertos productos, el carril bici, la hostelería y las casas rurales –y todo está bien vertebrado– tiene retorno y dinamiza.
Cada una de esas economías construyen un relato de anclaje territorial que genera flujo, riqueza y reparto de rentas. Es muy probable que falte demostrarlo. Al igual que falta confiar en los visionarios: tener una visión, compartirla, ilusionarnos… El mundo será de aquellos que vean el futuro y lo compartan. Porque compartir es la clave del éxito.

El paisaje es determinante para una marca turística y, en nuestro caso, hay cierto miedo a admitir que el paisaje agrario es paisaje. ¿Cómo se le hace entender a la

 gente que está cultivando su tierra que, aunque la cultive, no deja de ser paisaje?

La Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad de la Comunidad Valenciana es un texto administrativista en lo que respecta a registro, disciplina, normativa, régimen sancionador, código ético de turismo, hospitalidad y valores. Sin embargo, citamos a los paisajes como un recurso turístico de primer orden y allí mencionamos a los paisajes agrarios (además de las playas, los festivales, los recintos feriales, los congresos y la pirotecnia).

Asimismo, hemos trabajado junto a Estudios del Territorio y Patrimonio (ESTEPA), un grupo de investigación de la Universidad de València, más de cien paisajes valiosos de la Comunidad

Valenciana. Hicimos foco en los conceptos de paisaje y paisanaje que consagramos en la ley antes mencionada y los abordamos como grandes contenedores de la experiencia turística, gastronómica, museística, etnológica y cultural.

Hay un movimiento local que exige que se revisen las normativas sobre las instalaciones relacionadas con energías

renovables de cara a la agricultura y al potencial turístico. ¿Llegan esas voces hasta el Consell?

El Consell ha tomado consciencia de esa realidad. Tenemos un gran dilema como sociedad porque estamos a contrarreloj. La dependencia patológica del petróleo y la necesidad de descarbonizar la economía nos empujan a apostar por las energías renovables. Al

mismo tiempo, debemos preservar el paisaje. Hay que hacer ambas cosas.

Si tenemos en cuenta lo que indica la normativa actual, el territorio se presta para que las renovables y el paisaje convivan. Es posible apostar a las renovables y preservar los paisajes icónicos y para conseguirlo apuesto por una reconciliación, porque es necesaria, especialmente si tomamos en cuenta que a nivel mundial de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas solo estamos cerca de cumplir dos (y con cierta humildad).

Estamos trabajando por un lado para dinamizar el turismo bajo el marco del paisaje y el paisanaje; sin embargo, la gente tiene muy claro que no es una cuestión de apostar o no a las renovables, sino que es una cuestión de ubicación. ¿Qué opina sobre este tema?

En principio, hay unos porcentajes muy reducidos de suelo disponible para esto. Posiblemente haya que analizar caso a caso y reconciliar para que no se produzca una metamorfosis indeseada. Es posible preservar ciertos espacios y ubicar las plantas donde no haya impacto. A mi manera de ver, es viable con los cambios que se hicieron en la legislación. Tengo una mirada optimista en la capacidad colectiva de reconciliar intereses en cuanto a este tema, porque se trata de un enorme dilema: necesitamos producir energía limpia y al mismo tiempo, preservar los paisajes fundamentales.

En la caja de herramientas que tienen las democracias hay una que se llama diálogo. Y es lo que tiene que imperar. Hablar claro, a tiempo y buscar soluciones. Tengo esperanzas de que todo se pueda reconciliar.

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