Personalizar las preferencias de consentimiento

Usamos cookies para ayudarle a navegar de manera eficiente y realizar ciertas funciones. Encontrará información detallada sobre cada una de las cookies bajo cada categoría de consentimiento a continuación.

Las cookies categorizadas como “Necesarias” se guardan en su navegador, ya que son esenciales para permitir las funcionalidades básicas del sitio web.... 

Siempre activas

Las cookies necesarias son cruciales para las funciones básicas del sitio web y el sitio web no funcionará de la forma prevista sin ellas.Estas cookies no almacenan ningún dato de identificación personal.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades, como compartir el contenido del sitio web en plataformas de redes sociales, recopilar comentarios y otras características de terceros.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies analíticas se utilizan para comprender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre métricas el número de visitantes, el porcentaje de rebote, la fuente de tráfico, etc.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies de rendimiento se utilizan para comprender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a proporcionar una mejor experiencia de usuario para los visitantes.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies publicitarias se utilizan para entregar a los visitantes anuncios personalizados basados ​​en las páginas que visitaron antes y analizar la efectividad de la campaña publicitaria.

No hay cookies para mostrar.

Darío Rozalén: “esquilar en el siglo XXI es viajar, conocer lugares y gente, disfrutar de la naturaleza y olvidar la rutina”

Dicen los expertos que los jóvenes de la Generación Z necesitan libertad y flexibilidad, que son apasionados y autodidactas, que necesitan amar lo que hacen y que sus trabajos tengan un propósito. Darío Domínguez Rozalén es uno de los llamados “GenZ” que ha canalizado los valores y aspiraciones de su tiempo en un oficio secular como el de esquilador.

Sin renunciar a las herramientas digitales ni a la posibilidad de viajar por el mundo, Darío se mantiene anclado a la tierra, al esfuerzo físico y a una tradición histórica que se renueva constantemente.

Su historia nos muestra cómo las nuevas generaciones no tienen por qué romper con el pasado para construir un futuro propio.

Pregunta: ¿Cómo llegaste al mundo del esquileo?

Respuesta: Llegué por mi familia. Mi abuelo era pastor y tenía seis hijos, uno de ellos, mi madre. Un año no encontró esquiladores que atendieran a su ganado y retó a sus hijos a hacerlo. Compraron una máquina y empezaron. Primero con dificultades, pero luego fueron conociendo bien el oficio, haciendo cursos de perfeccionamiento y finalmente se dedicaron a ello. Luego se unió mi hermano, que es cinco años mayor, y por último entré yo. Pero no porque me gustara el oficio, sino porque tenía quince años, era bastante rebelde y no me apetecía estudiar ni trabajar. Así que ese verano me dijeron: “Si no estudias, te vienes a esquilar”. Y así empecé.

P.: ¿Recuerdas cómo fueron esos primeros días?

R.: ¡Durísimos! Como no sabía hacer nada, mi tarea era recoger la lana de los esquiladores. Solo con levantarme temprano, estar bajo el sol todo el día y recoger lana acababa muerto. Me escondía detrás de los sacos para descansar. Pero poco a poco fui aprendiendo. Al año siguiente ya me encargaba de coger las ovejas, sentarlas en el tablero y prepararlas para los esquiladores. Y ya con dieciocho me dieron mi propia máquina.

P.: ¿El esquileo es una técnica ancestral que se aprende con la práctica?

R.:  Se aprende con la práctica, totalmente. Pero la técnica ha ido evolucionando con el tiempo. Antes, por ejemplo, se trabajaba atando las patas a las ovejas con cuerdas o con unas esposas, pero hace unos años se empezó a usar la técnica neozelandesa del esquileo en suelto, que inmoviliza al animal mediante una postura específica y resulta mucho más cómoda tanto para la oveja como para el esquilador.

En general, es un oficio con mucha técnica: trabajas con las piernas para colocar bien a la oveja, la mano izquierda estira la piel para evitar arrugas o cortes y la derecha lleva la máquina. Aprender cuesta tiempo y dinero: la maquinaria es cara y no hay escuelas, se aprende en familia.

P.: Estáis en plena temporada, ¿cómo se desarrolla la esquila?

R.: La temporada fuerte en España es de abril a julio. Mi hermano y yo solemos empezar a comienzos de abril y terminamos hacia mediados de julio. Durante ese tiempo nos movemos mucho. Empezamos en Valencia, seguimos por Castellón, Murcia, Albacete y Ciudad Real, incluso llegamos a Cuenca, Teruel y Guadalajara para terminar la temporada.

P.: Pero el otro día estabas trabajando en Italia, ¿salís también al extranjero?

R.: Sí, también trabajamos fuera: llevamos cuatro años yendo al Norte de Italia al inicio de la temporada y allí hacemos entre 35.000 y 40.000 ovejas cada temporada. Pero también podría salir a otros lugares. De hecho, ahora podría irme a Australia. Bastaría con que mi contacto allí se presentara como mi patrocinador y podría trabajar tres meses perfectamente.

También podría trabajar en Nueva Zelanda, en la Patagonia de Chile o Argentina… Lo bueno de este oficio es que no necesitas idiomas: ovejas hay en todo el mundo y el trabajo es el mismo.

P.: ¿Cómo es una jornada esquilando?

R.: En España normalmente intentamos acordar siempre una jornada que comienza entre las 7 y las 7:30 de la mañana. Nos levantamos, miramos un poco el tiempo, tomamos café y montamos la maquinaria. Luego empezamos. Sobre las 9:30 hacemos una pausa para almorzar, a las 12 o la 1 se toma algo de fruta y así seguimos hasta acabar. Porque trabajamos por ovejas esquiladas y normalmente, si es abarcable, tratamos de terminar un mismo rebaño en el día. Además, en temporada, no paramos casi ningún día.

En Australia o en Nueva Zelanda, en cambio, llevan un horario más estructurado: trabajan de lunes a viernes y descansan los fines de semana. Hacen rondas de dos horas; es decir, trabajan dos horas, descansan, otras dos horas, descansan, hasta completar ocho horas. Y luego a casa. Allí lo tienen mucho más organizado. Nosotros en España somos más de acabar y volvernos a casa. Allí, en cambio, tienen ganados muy grandes, de diez mil ovejas o más, así que no es cuestión de decir “oye, te lo acabo en un día”; allí se organizan por turnos.

P.: ¿Cuántas ovejas esquilas en una jornada?

R.: En un día puedo hacer entre 100 y 150 ovejas, dependiendo de la raza. La manchega es grande (puede llegar a pesar 80 kilos) pero tiene menos lana; en cambio las merinas tienen más lana, aunque son más pequeñas. Esa es mi media, que no es mala, pero no es la de un esquilador experto. De hecho, mientras yo hago 130 animales en un día, mis tíos pueden esquilar 200.

P.: A pesar de ello participas en concursos, ¿verdad?

R.: Sí. Este verano participé en mi primer concurso y quedé segundo en mi categoría. En España hay dos grandes concursos de los que salen los representantes para presentarse al campeonato mundial, el Golden Shears. Y hay otros muchos concursos en todo el mundo.

P.: Empezaste por castigo, pero parece que te entusiasmó el oficio, ¿no?

R.: Bueno, se me pasó la época rebelde y luego, además de aprender a esquilar, volví a los libros. De hecho, soy maestro de primaria, aunque nunca he llegado a ejercer. Compaginé mis estudios con el trabajo en el campo: me llevaba el portátil y los auriculares y seguía las clases online mientras esquilaba. Más adelante me formé como masajista. Intento combinar las cosas que me gustan, porque sé que no siempre voy a poder vivir del esquileo.

P.: ¿Cómo ha evolucionado el oficio desde la época de tu abuelo?

R.: Mucho. Cuando mis tíos comenzaron a esquilar ya se trabajaba con máquinas mecánicas, pero funcionaban a manivela o con motores de gasolina que eran más complicados. Ahora usamos maquinaria eléctrica y técnicas más avanzadas. Pero lo que ha cambiado sobre todo es la finalidad: antes la lana tenía valor comercial; ahora apenas vale nada. Hoy esquilamos más por higiene que por negocio del dueño del ganado.

P.: ¿Qué significa ser esquilador en el siglo XXI?

R.: Lo mejor es que no es monótono. Cada día estás en un sitio diferente, conoces pastores distintos, ovejas diferentes. Es un trabajo que te permite viajar, porque ovejas hay en todas partes. Podría irme a Australia o Argentina y encontrar trabajo. Es un oficio nómada: duermes en furgonetas, recorres pueblos y cuando llegas a casa aprecias más las pequeñas cosas.

P.: ¿Qué desafíos enfrenta hoy el esquileo?

R.: El principal problema es la falta de relevo generacional. El ganado extensivo se está perdiendo. Quedan las grandes ganaderías intensivas, pero los pequeños pastores ya no transmiten el oficio a sus hijos.

P.: ¿Qué le dirías a alguien joven que quiera sumarse?

R.: Que no es un trabajo fácil, pero sí apasionante. Te conecta con la tierra, con los animales, con el esfuerzo físico, y te da una libertad que pocos empleos ofrecen.

Contact Us

We're not around right now. But you can send us an email and we'll get back to you, asap.

Not readable? Change text. captcha txt