Tras más de una década de espera, la torre del telégrafo óptico de Villargordo del Cabriel vuelve a alzarse con orgullo sobre el paisaje. El proyecto de restauración, anunciado en 2013 y culminado este 2025, ha devuelto a este hito de la línea Madrid–Valencia su silueta original y, con ella, su papel como faro histórico en medio de la Tierra Bobal.

La torre después de su restauración
La rehabilitación de la torre del telégrafo de Villargordo del Cabriel ya es una realidad. Como informa Galo Valle, alcalde de la localidad, comenzaron el largo camino burocrático hace más de una década, pero la financiación, primero vinculada a la Consellería de Educación, Cultura y Deporte (1ª Fase) y posteriormente (2ª y 3ª Fase) con fondos vinculados a la Reserva Natural de la Biosfera, llegó. Finalmente, la intervención ha consolidado y conservado la torre y ha reafirmado su valor como recurso cultural y turístico.

Fachada Oeste antes de la restauración
De estación de señales a destino cultural
El equipo de arquitectos que ha dirigido la restauración está formado por Yolanda Hernández Navarro y Pasquale de Dato, profesores de la Universitat Politècnica de València. Y ellos lo tenían claro: apostar por un trabajo fiel a la esencia del edificio.
Como ellos mismos explican, se han consolidado los lienzos murarios que conforman las fachadas, se han reconstruido las cubiertas y recuperado los forjados interiores que habían sido derribados por orden ministerial cuando se consideró finalizada su misión. Y todo ello, atendiendo fielmente a los materiales y las técnicas constructivas empleadas en origen. También se ha construido un nuevo núcleo de escalera, atendiendo a las necesidades de confort actuales, pero permitiendo la lectura del antiguo trazado de la escalera en los paramentos interiores.
Hay que hacer una nota aparte sobre el acceso, aún pendiente de completar. Tenemos que recordar, como se explicaba en este artículo ya publicado en nuestra revista, que a las torres no se accedía por la planta baja sino en el piso superior y en origen se hacía con una escalera portátil para dificultar intrusiones. Después de todo, el telégrafo era un recurso pensado para la seguridad nacional. Pero ahora no es operativo poner una escalera portátil, por lo que el equipo está trabajando en la instalación de una escalera fija que permita visitas cómodas y seguras, sin alterar su autenticidad.

La nueva escalera interior con una barandilla que no toca superficie del muro
La comunicación más efectiva en el siglo XIX
La red de telegrafía óptica fue un prodigio tecnológico en su tiempo. Mediante un sistema de brazos móviles visibles a distancia, las torres transmitían mensajes codificados de una estación a otra en cuestión de minutos.
En la línea Madrid–Valencia, las torres se levantaban a intervalos de varios kilómetros, formando una cadena visual capaz de unir la capital con el Mediterráneo. Y aunque el telégrafo eléctrico acabó sustituyendo este sistema en muy pocos años, su papel en la comunicación militar y administrativa de la época isabelina, tan convulsa, fue decisivo.
La restauración de la torre de Villargordo del Cabriel no solo ha devuelto el aspecto original de la torre, incluso en sus carpinterías (gracias a la documentación obrante en el pliego de condiciones del proyecto utilizado para su construcción): también ha desvelado historias. Bajo los revocos se han encontrado grafitis históricos, algunos posiblemente firmados por los propios torreros o por viajeros curiosos. Además, las huellas constructivas permiten leer cómo se levantó la torre, capa a capa, desde mediados del siglo XIX.
El arquitecto Pasquale de Dato, que dedicó su tesis doctoral a esta red de comunicación, recuerda que las torres presentan estados de conservación muy dispares. “Villargordo estaba entre las más deterioradas”, señala, “y la de Fuenterrobles necesita una intervención urgente”.
De infraestructura estratégica a mirador
La de Villargordo del Cabirel se suma a otras torres ahora reconvertidas en miradores. Este cambio de uso permite que lo que un día fue infraestructura militar se transforme hoy en un punto de encuentro con el paisaje. Desde su altura, el visitante descubre un horizonte que combina naturaleza, historia y memoria colectiva.
Villargordo del Cabirel es ahora una de esas paradas obligadas: un lugar donde asomarse a nuestra propia historia y comprender una época muy breve en la que la comunicación dejó el caballo para viajar a golpe de señales codificadas.

Aspecto de las troneras en el interior
Fotos de Yolanda Hernández Navarro y Pasquale de Dato





