Jaraíz, medio siglo tejiendo memoria y tradición

En 1975, en la aldea de La Portera, un grupo de jóvenes encabezados por Fermín Pardo comenzó a reunirse las noches de verano para cantar y bailar lo que él había recopilado en sus andanzas etnográficas. En aquellas jornadas, Fermín acudía con las manos y la ropa impregnadas del olor a cebolla, tras ayudar a su padre en las faenas del campo, pero con el alma llena de coplas, jotas y bailes. Así nació el Grupo de Estudios Folklóricos Jaraíz, germen de lo que años después sería la Asociación Cantares Viejos.

Este 2025, Jaraíz celebra cincuenta años de vida, y lo hace con un espíritu idéntico al del primer día: custodiar el tesoro de la tradición popular de la Tierra Bobal y compartirlo con nuevas generaciones.

El latido de un legado vivo

Para Fermín Pardo, la historia de Jaraíz está indisolublemente ligada a su propia biografía. Criado en Hortunas en un hogar donde el canto, los refranes y las historias formaban parte del día a día, aprendió desde niño a valorar el patrimonio inmaterial. En su juventud, en Valencia, participó en grupos universitarios, viajó por España y Europa y siempre buscó rescatar y poner en escena lo que encontraba.

Cuando se formó Jaraíz, el grupo se propuso un objetivo claro: documentar y revivir los bailes, cantos y tradiciones que se estaban perdiendo. Entre sus hitos, destaca la restauración de las danzas del Corpus en 1977 —la Moma, los Turcos, los Pastorets—, un trabajo que solo fue posible porque pudo contar con la colaboración de portadores de la memoria.

La conmemoración del cincuentenario de Jaraíz no es solo un reconocimiento a un grupo, sino a una forma de entender la cultura: la de quienes no se conforman con archivar grabaciones, sino que hacen vivir lo que documentan.

Cincuenta años… y lo que venga

Hoy, Cantares Viejos, heredero de Jaraíz continúa organizando actuaciones, recopilando materiales y publicando investigaciones. Fermín, aunque jubilado, sigue involucrado en proyectos de recuperación de jotas, romances y cantos tradicionales, con la misma curiosidad incansable de aquel joven que, al caer la tarde, enseñaba a bailar en La Portera.

Este medio siglo demuestra que el patrimonio no es un museo estático: es una hoguera que se aviva con cada voz que canta y cada pie que baila. Y en esa hoguera, Jaraíz ha sabido mantener la llama.

 

Saber más:

  • El propio Fermín Pardo te cuenta la creación de Jaraíz en esta entrevista realizada por el Museo Valenciano de Etnología
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