Este imponente puente de piedra, levantado sobre el Cabriel en tiempos de Felipe II, lleva años olvidado en un camino poco transitado más allá de Venta del Moro. Su elegante figura está en proceso de ser declarada Bien de Interés Cultural y con ello reivindicada y protegida. ¿Te animas a conocerlo?
Más allá del núcleo urbano de Venta del Moro, al final de un camino de tierra, el puente de Vadocañas lleva cuatro siglos y medio salvando las aguas del Cabriel, desafiando sus violentas crecidas y uniendo las tierras valencianas y las de Castilla por los términos municipales de Venta del Moro e Iniesta.
Construido en piedra tallada hacia el año 1575, esta histórica construcción se muestra elegante como pocos puentes gracias a su diseño de un solo ojo que tiene 33 metros de luz y una gran altura. En las relaciones que mandó hacer Felipe II ya se decía de él que “loan los que lo been” y hoy la sorpresa no es menor para los caminantes que se animan a conocer a pie o en bicicleta las Hoces del Cabriel. Y es que hablamos de una obra magnífica que ofrece una espectacular vista del entorno.
El puente como BIC
A pesar de su espectacularidad, esta construcción no había tenido hasta el momento gran consideración oficial. Recientemente, sin embargo, el Ayuntamiento de Venta del Moro inició los trámites para pedir a la Generalitat Valenciana que lo catalogue como Bien de Interés Cultural (BIC), resolución que no tardará en llegar. La categoría de BIC es la distinción máxima que se le otorga a un bien (sitios arqueológicos, edificios, jardines, etc) a nivel nacional. Con ella se reconoce la importancia de ese bien y se exige al municipio correspondiente, en este caso Venta del Moro, que diseñe una estrategia para conservarlo y para darlo a conocer.
Un puente moderno para un paso histórico
Desde la época de íberos y romanos, el intercambio de mercancías, gentes y conocimientos entre la meseta castellana y nuestro territorio fue importante… con permiso del Cabriel. El tajo que el río realiza sobre el terreno se convierte en una frontera infranqueable en muchos tramos, así que para cruzarlo se han buscado tradicionalmente los pasos más tranquilos del cauce. Tres concretamente: el de Contreras y el del Pajazo son los primeros. El tercero de los pasos habituales era este de Vadocañas, a la salida de las hoces; un paso que, durante siglos, se cruzó mediante barcas o con puentes de madera que desaparecían cada cierto tiempo por culpa de las crecidas del siempre impetuoso Cabriel. Hasta que la villa de Iniesta costeó la edificación de un moderno puente de piedra hacia 1575 que ha ido resistiendo una avenida tras otra gracias a ese gran ojo, su elevación y la solidez de su construcción.
Pujanza y olvido de la infraestructura
La presencia de este puente hizo que, durante al menos dos siglos, el camino real que pasaba por Vadocañas fuera una de las vías más utilizadas para comunicar Valencia con Madrid, La Mancha y Andalucía. Por su clásico perfil de lomo de asno transitaron durante muchas décadas personas, mercancías y ganados trashumantes que solían realizar parada en Venta del Moro. Pero las otras conexiones entre Castilla y Valencia ganaron la partida y, doscientos años después de construido, el camino por Vadocañas había perdido su atractivo. A partir del siglo XIX, tanto el camino como este puente que cruza el Cabriel quedaron casi olvidados.
Precisamente el camino sin asfaltar, el entorno natural y la posibilidad de descubrir sus magníficas piedras son hoy el mayor atractivo del puente. ¿Quieres conocerlo? Te animamos a calzarte unas zapatillas cómodas o a subirte en tu bicicleta para hacer esta ruta que te permitirá disfrutar de esta soberbia infraestructura y una parte esencial del Parque Natural de las Hoces del Cabriel.
Si quieres saber más, aquí tienes un artículo de Ignacio Latorre sobre la historia del puente.