El pasado 5 de octubre, la pedanía de Barrio Arroyo (Requena) celebró la jornada cultural “Érase una vez un tilo centenario” para rendir homenaje a un árbol que, además sombra, ofrece identidad. Porque el tilo de Villa Encarnación, un ejemplar catalogado como árbol singular en la provincia de Valencia, es parte de nuestro paisaje cultural y un hermoso símbolo de la memoria colectiva.
Fotos de Javier González
El homenaje que se dedicó al tilo fue un acto que reunió a vecinos, asociaciones y especialistas en patrimonio y que sirvió para subrayar la relevancia ecológica, histórica y social de este árbol. Aunque fue mucho más que un homenaje, porque al acto se agregaron visitas guiadas, microcharlas y actividades familiares. Fue realmente una clase al aire libre sobre lo que significa convivir con un árbol monumental y hacerlo protagonista de la agenda cultural de la comunidad. El artífice de ese reconocimiento es Javier González, experto que ha catalogado y estudiado los árboles de Requena.
Tilos al Sur de los Pirineos
Los tilos forman parte del imaginario cultural europeo desde la Edad Media, cuando se plantaban en plazas, caminos y claustros. De forma natural, esta especie se extiende por el centro y norte del continente, donde el clima templado favorece su porte majestuoso y su longevidad. Al Sur de los Pirineos, en cambio, su presencia es más restringida y a menudo depende de enclaves frescos (valles, umbrías, riberas) o de la plantación humana. Por eso, cuando un tilo alcanza la categoría de centenario en nuestro ámbito geográfico, su valor botánico y cultural se multiplica.
El tilo de Villa Encarnación: identidad y memoria
El tilo centenario de Barrio Arroyo destaca por su porte imponente, su copa amplia y esa floración aromática que cada primavera atrae a las abejas y otros polinizadores y que perfuma el entorno. Su ubicación, a la entrada de la pedanía, le confiere un papel de umbral: marca el acceso al lugar y señala los ritmos de la vida del campo. Para generaciones de vecinos ha sido punto de encuentro, referencia para la orientación y escenario de fotografías familiares.
Integrado en los catálogos de árboles singulares, su reconocimiento institucional refuerza lo que el vecindario siempre ha intuido: no es solo un árbol, es un hito patrimonial.
Por eso, reconocer al tilo de Barrio Arroyo implica es mirar al pasado, pero sobre todo afianzar nuestra identidad y entender que nuestra calidad de vida, la atracción turística que podamos ejercer y la resiliencia climática también dependen de estos grandes compañeros.






