Hubo un tiempo en que los productos de esparto trenzado estaban en todas partes: en las cuadras y en las eras, en las cocinas y en los caminos. Con esa modesta fibra se fabricaban las albardas, serones, capazos y sogas que sostenían la vida cotidiana. Pero aquel universo casi ha desaparecido.

Los plásticos y los productos desechables han ido acabando lentamente con el uso tradicional del esparto. Sin embargo, en la comarca aún pervive una memoria viva: la de Vicente Sáez.
Vicente Sáez López, natural de Los Isidros (Requena) es albañil y agricultor, aunque resulta más conocido por su maestría con la fibra del esparto y su conocimiento sobre los aspectos etnográficos, culturales e históricos del Valle de la Albosa (Los Isidros, Los Cojos, Penén de Albosa, Los Sardineros) y el entorno del Cabriel.
Es coautor, junto a Vicente Argilés, del libro De vuelta por el municipio de Requena: la Albosa Requenense editado por Cajacampo en 2008.
De las herramientas diarias al valor decorativo
Sáez ha confeccionado a lo largo de su vida muchas piezas de uso agrario y doméstico, aunque hoy es más reconocido por sus maquetas en esparto. Porque este modestísimo material se ha convertido, gracias a la habilidad de sus manos, en miniaturas de la Torre Eiffel, del Miguelete o del puente de Vadocañas.

Perfeccionista hasta el extremo (deshace cualquier pieza que no le convenza), Sáez realiza auténticas filigranas con las que deslumbró en la exposición Donde no hay atocha, no hay esparto y en el proyecto Arrelaires, donde también ha ejercido como divulgador.
Ahora este hombre sabio comparte sus conocimientos de forma generosa. Sus cursos en Venta del Moro, Las Monjas y el Encuentro de Artesanos comarcanos han sembrado una valiosa semilla.
¿Algunas manos jóvenes asumirán el relevo del esparto? Esperamos que sí.






