El ataero, esa palabra nacida para nombrar la cuerda de esparto que sujetaba sacos y haces y que designa también a una hermosa rapaz, ha dado nombre este otoño a un festival que ha hecho lo mismo con la cultura: atar lecturas, paisajes y recuerdos de nuestra Tierra Bobal ofreciendo un amplio vuelo.
Fotos de Luna Mata
ATAERO, Encuentro Literario en la Tierra Bobal, ha celebrado su primera edición durante los meses de octubre y noviembre. Gracias a esta iniciativa, impulsada por la editorial Alalimón con múltiples colaboraciones, la comarca se ha convertido en escenario de charlas, presentaciones de libros, talleres intergeneracionales y actividades participativas repartidas por distintos municipios.
El festival ha salido de los espacios habituales y llevado la literatura a plazas, edificios singulares y enclaves ligados al patrimonio natural y cultural del territorio.
Mucho más que presentaciones de libros
Bajo ese nombre cargado de sentido —ataero como lo que sujeta, lo que enlaza—, el encuentro tendió puentes entre la oralidad y la escritura, entre quienes contaban y quienes escuchaban, entre la memoria campesina y las nuevas miradas sobre lo rural. Álvaro Ibáñez, creador de la editorial Alalimón e impulsor del proyecto, comenta cómo su programación “apostó por recuperar el saber popular y dar protagonismo a las voces que, desde los pueblos, siguen construyendo la identidad de Tierra Bobal”.
El festival ha reunido a autores, ilustradores y editoriales que trabajan desde y sobre el medio rural. Y ha convertido cada cita en un espacio de diálogo entre creadores, lectores y territorio. Porque se trataba de ofrecer algo más (mucho más) que un ciclo de presentaciones: Ataero ha sido una declaración de intenciones: demostrar que la cultura también se trenza a pie de campo y que la cultura compartida pueden ser ese ataero simbólico que mantiene unida a la comunidad.
