Los orígenes
La época íbero-romana. El inicio de una pasión
La cultura que amó el vino y nos legó sus misterios

Hace al menos 2.600 años, los habitantes de esta tierra comenzaron a cultivar vides. Aún no sabemos cómo llegaron las plantas hasta este lugar. Pero sabemos que, cuando se inició esta actividad, nuestros antepasados ya amaban el vino. Lo habían conocido gracias a los fenicios y griegos que tenían colonias en la costa. Primero lo compraban. Luego comenzaron a elaborarlo ellos mismos.
Desde entonces, el vino formó parte del mundo simbólico de los íberos, de sus fiestas y de su relación con la divinidad.
Lo elaboraron en grandes centros productivos, como el de La Solana de Las Pililla y en pequeños lagares domésticos, como sucedió en El Molón. Lo almacenaron en grandes cantidades, como aquel mercader de Kelin, probablemente para venderlo. Y cuando los romanos ocuparon la zona, poco importó que trajeran su propio vino de Italia: las vides ya nunca dejaron de estar presentes en el terruño y siguió, cosecha tras cosecha, bebiéndose el vino local.
Los íberos y el inicio de nuestra cultura vitivinícola
Primero aprendieron a amar el vino. Más tarde comenzaron a cultivarlo. Lo bebieron en sus festividades y lo dedicaron a sus dioses.
Consuelo Mata, de la Universitat de València, nos da las claves de la relación entre los íberos y el vino
Historia e historias
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